HISTORIA E INVESTIGADORES

Dr. Jorge Marcos y Donald W. Lathrap de la U. de Illinois

El sitio arqueológico Real Alto se descubre en 1971 y comienza a ser excavado en 1974, hasta 1978, por estudiantes y profesores de la Universidad de Illinois (EEUU). Con el apoyo de CEPE en el año 1982 se reanudan las investigaciones en el área, por parte del Centro de Estudios Arqueológicos y Antropológicos de la ESPOL. CEPE adjudico fondos para editar la Biblioteca Ecuatoriana de Arqueología y la construcción de un Aula-Teatro, el rescate arquitectónico de una vivienda tradicional etnográfica, la presentación del sitio arqueológico y el montaje del Museo.
«En 1971 celebramos el Simposium Internacional en Salinas con asistencia de los más notables arqueólogos y antropólogos. Presley Norton ayudó a conseguir los fondos y Carlos Zevallos Menéndez presidió nuestra delegación. El Dr. Donald W. Lathrap de la U. de Illinois, en Urbana- Champaign, me invitó a estudiar y a trabajar en dicho centro, porque tenía un programa de etnografía sobre el Ecuador a cargo de los Dres. Joseph Casagrande y Norman Wihtten, pero nada sobre arqueología y necesitaba personal. Ese año y mientras realizaba la prospección el Valle de Chanduy, recibí la visita de Tristán de Avilés Jiménez quien llegó acompañando por el arqueólogo franco-suizo Federico Engel, que entonces trabajaba en el Perú en un proyecto de la Unesco para localizar sitios precerámicos en el Noroeste sudamericano. Uno de mis trabajadores llamado Pablo Torres, nativo de Guanguelsan, nos informó que cuando él era niño acostumbraba jugar con sus primos en el sitio Pechine donde habían numerosísimas conchas desparramadas sobre el suelo, enseguida nos fuimos con Engel a verlas, localizando un depósito de grandes conchas del pleistoceno, que estaban siendo explotadas por una fábrica de abonos de la Libertad. Al regreso se adelantaron mis amigos y el viejo Adán Lindao me contó, mintras viajábamos en el jeep, que él conocía de otro sitio cercano donde había muchos restos de arcilla, vistos por él en su niñez. Hacia allí nos encaminamos, bajé, di unas vueltas y subí a una loma que de lejos parecía una albarrada y de cerca se mostró como un tello acumulativo de viviendas. En los siguientes días hice una recolección marcada del sitio y sus contornos, así como un mapa topográfico y como la loma era alta y se hallaba situada entre los pueblos el Real y Pechiche, la denominé Real Alto” ( J. Marcos, 2011)

Dr. Jorge G. Marcos (1974)

EL CENTRO CEREMONIAL REAL ALTO

El CCRA es un espacio dirigido a la difusión de los diferentes estudios arqueológicos que demostraron dónde se inició la más antigua Revolución Neolítica de América.

El yacimiento arqueológico Real Alto nos ofrece la más rica información existente sobre el proceso que culminó con el éxito de la Revolución Neolítica en el área Septentrional Andina (Norte de Perú, Ecuador y Sur de Colombia). La aldea Real Alto ha permanecido ocupada unos 2.000 años de manera continua.Real Alto se presenta inicialmente corno una aldea circular de unos 150 m. de diámetro, con alrededor de 15 a 20 viviendas y una población de entre 75 a l00 habitantes (Damp, 1988). Localizada sobre una elevación, conocida por los habitantes del área corno la Loma del Mogote.

El sitio Real Alto, aunque cercano al mar, está orientado a la explotación de los terrenos aluviales regados por el río Verde y la ocupación Valdivia I parece constituir una avanzada de agroalfareros del interior a través de uno de los sistemas fluviales más importantes de toda la Península: el drenaje de la cordillera de Chongón a través del rió Zapotal y sus afluentes. La aldea tenía cercana al mar un caserío cuyos habitantes, portadores de cerámica Valdivia temprana, estaban dedicados a la exp1otación del hábitat litoral y sub-litoral (Marcos 1988b).
En Real Alto podemos distinguir tres etapas principales de cambio sociocultural, cada una de aproximadamente seiscientos años de duración. 

Primera Fase Valdivia I (c.3.800-3200 a.C.)

Una cerámica bien hecha, cuyo inventario lo constituyen tres formas básicas: un cuenco, una olla chata de labios doblados y una vasija de cuello alto e inciso para líquidos las que desde sus inicios presentan el uso de engobe rojo, y que llamamos Valdivia fase I (Hill 1972/1974; Norton 1982).
Las Figurinas son restos arqueológicos de ‘arte mobiliar’ característicos de la sociedad Valdivia.  Son realizadas en piedras, con o sin incisos grabados sobre pequeños cantos rodados, o tallados en caliza blanda,  representando mujeres voluptuosas dentro de una forma fálica; y en cerámica  (Marcos y García 1988; García Caputi 2006).

En la península de Santa Elena, la evidencia arqueológica durante la fase Valdivia I (c. 3.800-3.200 a.C.), apunta a una producción hortícola en jardines caseros y en pequeños huertos cultivados mediante la «roza y quema». Los jardines caseros, similares a los que probablemente usaron las gentes del Pre- cerámico Tardío en el sitio Vegas (OGSE-80) (Stothert 1985), se infieren por el hallazgo de restos carbonizados de canavalia, algodón, etc. alrededor de las viviendas (Damp, Pearsall y Kaplan 1981). A esta evidencia se suma la presencia de pequeñas hachas de piedra, y unos pocos zapapicos formados de la columela de la caracola Strombus peruvianus, los que debieron de haber sido necesarios para practicar una forma inicial de “roza y quema”, para la preparación de pequeñas milpas para el cultivo del maíz (Pearsall, Chandler-Ezell y Zeidler, 2003) o de conucos para el cultivo de varias plantas como la yuca, el otoy (Xanthosoma sp.), la achira y otras plantas (útiles como las leguminosas (Canavalia, Phaseolus vulgaris, etc.) y el mismo maíz.

ARTEFACTOS

En esta etapa, la actividad diaria tenía lugar fuera de las viviendas –pequeñas casas de planta elíptica, en las que las mujeres y sus hijos dormían, mientras que los hombres probablemente lo hacían en una casa comunal. La evidencia antropo1ógica física demuestra que mantenían relaciones fuertemente endogámicas debido a la gran incidencia de taras genéticas (Marcos 1988b, Marcos y García 1988).

Fases Valdivia II y III (c. 3.200 – 2.600 a.C.) 

En la península de Santa Elena se aprecia un aumento de tamaño en las hachas de piedra pulida, y se encuentra en los restos de viviendas un mayor número de zapapicos de Strombus peruvianus, y de azadas de Ostrea columbiensis o de Anadara grandis, haciéndonos suponer una mayor eficiencia en la agricultura de roza y quema que permitió ampliar el tamaño de las chacras.

El poblado sufre un gran cambio, de aldea circular pasa a ser una población rectangular con unas ciento cincuenta casas dispuestas alrededor de dos plazas con montículos y edificios de uso comunitario. La casa típica, de planta elíptica y construcción sólida, tiene un tamaño de 12 m. por e. eje mayor y 8 m. por el menor. Por la disposición de posibles tarimas para dormir en su interior y el número de hogares, se interpreta como la residencia de familias extensas de 10 a 15 habitantes por casa, viviendo en sociedad unas mil quinientas a dos mil personas (Zeidler 1984, 1986). Las taras genéticas disminuyen hasta niveles de normalidad y las caries dentales aumentan indicando una fuerte dependencia alimentaría en los almidones blancos del maíz (Turner, 1978 and corn. Pers; Marcos y García 1988; Uberlaker, 2003:280;).

La proteína animal se obtiene de un uso generalizado de la fauna terrestre y acuática, con predilección por la carne de venado y por el toyo y el bagre marino entre los peces (Byrd 1976).

Comienza a notarse una incipiente división social del trabajo, en algunas viviendas aparecen instrumentos para tejer, en otras para hacer cerámica, y en otras para hacer anzuelos y adornos en concha perla (Álvarez 1989,1991; Marcos 1979, 1988b).

Durante la fase Valdivia III la cerámica se perfecciona aun más y se diversifica llegándose a producir 20 formas diferentes (Zeidler 1984). Las figurillas de cerámica muestran que sus fabricantes tenían un gran sentido plástico representando principalmente mujeres púberes y madres en estado de gravidez. En menor cantidad aparecen figuras de hombres jóvenes con el sexo explícito (Marcos y García 1988), pues se ha dado su cambio formal desde modelos fálicos-femeninos a otros femeninos y masculinos (García Caputi, 2006).  Incluso, desde Valdivia IIb se detectan figurinas diagnósticas como una de tocado como piel de jaguar que tiene horadada la parte superior de su cabeza, a manera de coquero, y fue recuperada con restos de cal, ‘banquillos de poder’ con elementos antropomorfos y zoomorfos, que nos indican la existencia de herramientas de rituales shamánicos que representarían a un grupo de especialistas diferenciados de la producción directa, o de la simple división sexual del trabajo (García Caputi, 2006)

La vida comunitaria parece estar regida por ceremonias entre las que se destacan las agrícolas con el uso, como emblema ritual, de la concha Spondylus princeps y la trompeta de caracol Strombus galeatus. El ritual, por lo general, tiene lugar en edificaciones para reuniones y para honrar a los muertos, erigida sobre montículos enlucidos con arcilla blanca amarillenta (Lathrap, Marcos y Zeidler 1977; Marcos 1978, 1988b). 

La producción agrícola en Real Alto en esta etapa todavía es una tarea de cada unidad domestica, en chacras desbrozadas y quemadas, cercanas al poblado.

En Punta Tintina quedan restos de lo que fue una aldea de pescadores de esta fase, evidencia que se salvo gracias al bajo de piedra que lo protege del impacto directo del oleaje, demorando el desmoronamiento del barranco sobre el cual descansaba.

Durante las fases Valdivia IV a la VII (c. 2.600-2.000 a.C.)

En la península, de Santa Elena recién aparecen indicios de la agricultura extensiva, 600 años después que en la cuenca del Guayas. En los sitios principales, como Real Alto, aparecen pozos campaniformes para el almacenamiento de productos, especialmente el maíz (Marcos 1988b: 190-191; Pearsall, Chandler-Ezell y Zeidler, 2003). AI fondo de estos pozos se encuentran manos y metates de mayor tamaño, y manos en forma de medialuna para ser usada sobre «bateas» de madera. También hallamos el uso ritual de las piedras de molienda, al encontrarlas rotas, en un sacrificio de esos instrumentos con los que se relleno un pozo de almacenaje, posiblemente producto de una ceremonia para propiciar la cosecha. Otro caso, en el se recubrió el fondo interior de la tumba de una mujer principal con manos de moler, mientras que las paredes de la misma se lo hizo con metates cortados por la mitad, y por la parte superior parcialmente cubierta por metates enteros, es muestra de la importancia del maíz en la cosmovisión Valdivia de esa etapa. 

En este período se inicia la agricultura extensiva en Real Alto, parte de la población deja el sitio y se constituye en grandes viviendas sobre los barrancos que dominan las vegas de los ríos Verde y Real (Zeidler 1986). En la parte norte del poblado se construyen hileras de pozos de almacenamiento. Los ritos agrícolas se multiplican, y se reconstruyen una y otra vez los montículos del área comunitaria, haciéndoselos cada vez mayores y revocándolos cada vez con arcilla blanca amarillenta (Marcos 1988b: 41-72).

La cerámica y las figurillas de esta etapa demuestran una exquisitez técnica en el logro de variadas formas, la introducción del cuenco y las vasijas de borde carenado que facilita el control al verter los líquidos. En pocos casos se introduce la decoración a través del engobe y del ahumado controlado, llegándose al bícromo (rojo sobre leonado) y al tricolor (negro sobre rojo y leonado) (Marcos 1988b: 171-184). En la decoración plástica se destacan las ollas en que se representan plantas de maíz con sus mazorcas (Zevallos 1971; Lathrap, Collier y Chandra 1975). 

COLECCIÓN CERÁMICA

Las figurillas son muy decoradas y se aprecia la deformación craneana que empieza a aparecer en los entierros de la fase Valdivia VII (Munizaga 1965) (García Caputi, 2006).
La división social del trabajo se hace más fuerte, con una parte de la población viviendo en Real Alto, dedicada a la producción de artefactos para las tareas agrícolas, para el trabajo de la madera y de uso suntuario, mientras que la otra parte de la población mueve sus viviendas cerca de los mejores terrenos de cultivo donde se dedica a la producción agrícola para la comunidad (Lathrap, Marcos y Zeidler 1977; Lathrap y Marcos 1975; Raymond, Marcos y Lathrap 1983; Marcos 1988b: 191-193; Zeidler 1986).

LA HISTORIA CONTINUA: Fase Valdivia VIII (c. 2.000- 1.500 a.C.).

Durante esta fase en el sitio San Pablo (Zevallos y Holm 1960a) de la península de Santa Elena, existen indicios de intensificación agrícola a través de la recarga del acuífero superior de los tablazos, mediante la construcción del albarradas (Marcos 1987, Marcos 2004). Mientras que en la baja cuenca del Guayas la intensificación agrícola se inicia en este período con la construcción de los primeros campos de camellones (Marcos 1987; Parsons y Schlemon 1983).
Durante esta etapa, Real Alto pierde su hegemonía y vemos surgir una cantidad de poblados portadores de cerámica Valdivia VIII en toda la península de Santa Elena, la que aparece en los centros tradicionales Valdivia como Real Alto, como piezas de intercambio hacia el final de la fase Valdivia VII.

Bibliografía

Jorge G. Marcos 1993 Los agroalfareros Valdivia de Real Alto en el Antiguo Ecuador: Un Modelo para la Revolución Neolítica en El Nuevo Mundo, en: Gaceta Arqueológica Andina Vol. VII – Julio, Lima, Perú.

PATRIMONIO ANCESTRAL